El mundillo de las academias de idiomas es muy peculiar en España. Son pequeños negocios que se han multiplicado en la última década —por franquicia o iniciativa particular— y han empezado a ocupar parte del lugar que antes les correspondía a los grandes centros de enseñanza no reglada de idiomas o a los centros de exámenes para titulaciones oficiales en idiomas. Recuerdo lo que comentaba un día el dueño de una de las grades escuelas privadas de inglés: es que las academias de barrio nos hunden —por la ubicación y por precios—. Claro está: si tienes a la academia de barrio a dos calles de tu casa, ¿para qué ir hasta el centro y pagar bastante más por menos horas de clase? Además, las empresas que contratan formación en idiomas para sus empleados empezaron ya hace tiempo a aflojar el monopolio que tenían unos cuantos centros gigantes en dichas cuentas y se aprovecharon de las ofertas mucho más atractivas para los presupuestos de formación que tenían preparados las pequeñas academias de barrio.
No es complicado abrir una academia de idiomas, puesto que el mercado ya está ahí, el nicho también se ha creado, los incentivos para pequeños negocios existen, las facilidades administrativas también, la demanda y los clientes potenciales también. No hay que crear necesidad e interés por el servicio de la enseñanza de idiomas, puesto que esto ya existe: el inglés, por ejemplo, es sencillamente algo que marca diferencia en la competición en el mercado de trabajo. Un título oficial y conocimientos de inglés a niveles decentes pueden llegar a zanjar el proceso de selección en una empresa, incluso si el puesto en sí no requiere ni conocimientos de inglés, ni necesidad del uso del idioma en el día a día del curro. Además, todo esto se particulariza más aún cuando el candidato puede valerse para hablar francés e incluso un tercer idioma extranjero.
La ubicación es importante. Se trata de encontrar el local, que sea uno alquilado a pie de calle, o se le puede dar otro uso a un garaje o a un trastero con salida a la calle. Es cierto, es importante que el local sea a pie de calle y bien marcado, para que se encuentre fácilmente. El barrio y los alrededores ideales son los que, claro está, no cuenten ya con otra academia que puede ser la competencia. Por otra parte, tampoco es una tragedia si hay otras academias, porque las nuevas ofertas se pueden ya adaptar y crear en función de lo que los otros no ofrecen. Esto sirve, pues, tanto de inspiración y comparación, como de incentivo y motivación.
Y esto para empezar.