Conversación en la Ciudad Púrpura
La familia es para muchos como una ciudadela: un espacio amurallado, hecho para estar cerrado o al menos delimitado a la vez que fortificado, accesible por puertas que se quedan abiertas a veces como las de la Ciudad Púrpura hoy en día, en el horario de visitas y que otras veces permanecen cerradas al público, de vez en cuando entreabiertas para los de la parte política. Desde fuera parece un fuerte impenetrable e inquebrantable, inalcanzable e inaccesible, por los lazos sobrentendidos de sangre, biológicos, por el pasado común, de familia. Dentro, aunque estos lazos comunes se toman como normales para hacia fuera, el amor y el afecto se consideran indudables y por lo tanto no requirentes de conversaciones ni asentimientos. En cambio hay discusiones, ajetreos, reproches, tristezas, palabras, ¡ay, cuántas palabras!