Recuerdo que comentaba un antiguo compañero que él no creía mucho en todas las variables, los parámetros, las mediciones y demás teorías a tener en cuenta dentro de un proceso de selección para un puesto en cualquier empresa. Él prefería guiarse por lo que llamaba sentido común, y explicaba: ver cómo es la persona y fiarse de la intuición o, mejor dicho, del mero conocimiento del ser humano. Muy fácil —parece ser—. ¿Y si no tienes un buen conocimiento del ser humano? ¿O no tienes ese sentido común para «leer» correctamente a la persona? ¿Y si te dejas guiar por estereotipos estándar que muchas veces no solo limitan, sino que también confunden? Pues habría que trabajar más sobre este sentido común. Es algo que muchas veces se confunde o se solapa con la intuición, en otras ocasiones con la modestia o un pensamiento equilibrado, pero se podría asemejar muy bien a aplicar conocimientos y efectos de experiencias pasadas para retos o situaciones nuevas. Nada es igual en ningún momento, en el sentido de que nunca se darán las mismas circunstancias, pero la capacidad de adaptarnos podría ayudarnos a aplicar correctamente lo aprendido con anterioridad.
Cuando mi antiguo compañero hablaba de ver cómo es la persona, es probable que aplicase las mismas mediciones o parámetros que suelen indicar los más relevantes head-hunters, solo que no acertaba a utilizar unos términos tan pomposos. Leía la experiencia pasada del entrevistado, preguntaba por lo aprendido y cómo aplicarlo en el futuro y, tal vez no en último lugar, miraba muy atentamente a la persona que tenía delante y observaba la calma o la energía, un ser introvertido o extrovertido, el ritmo de su discurso, la pasión o dedicación que trasmitía al hablar de trabajos pasados.
Para un pequeño negocio —ya sea academia de idiomas o no, pero más bien para un negocio que ofrece servicios y no productos—, lo que tiene que prevalecer es el sentido común. Y ya no solo al seleccionar un nuevo profesor, estructurar la pequeña jerarquía, organizar el flujo de dinero o hacer estimaciones de ingresos y gastos, sino para todo. Cuando no se pueden aplicar fórmulas fijas como en una gran máquina calculadora para echar cuentas y sacar el resultado al final del papel, el sentido común actúa como la fórmula necesaria. ¿Qué es lo sensato?