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La vida: la recomiendo, pero es complicada
Saber o poder pararse a pensar no es poca cosa. Y tampoco es fácil ponerse a recapacitar o dudar, dejarse reflexionar o escuchar cuando se llama la atención. Es sencillamente otra manera de aceptar y asumir que la «vida es complicada», que la gente es también así – dispuesta a hablar, compartir, preguntarse y explicar. Que ¿no tenemos tiempo a pararnos a reflexionar en todas las pequeñas cosas inexplicables o sin aparente importancia? Que ¿no nos da para dudar de cada cosilla? Que ¿no llegamos a pensar y rememorar o reproducir cada evento, cada conversación, cada réplica, cada ocurrencia? Nada más erróneo: en la mente, en el pensamiento, nunca hay vacío, siempre hay tiempo y espacio, siempre pensamos, siempre reflexionamos. Únicamente resulta un poco más complicado que acatar los ajetreos, los malentendidos a la complicación de «la vida, no la recomiendo».